Las fracturas del húmero presentan una distribución bimodal de edad, con picos de ocurrencias en las terceras y séptimas décadas de la vida, con una incidencia creciente, alrededor del 5% de todas las fracturas [1][2]. Aunque se conocen mucho mejor y se dispone de nuevas técnicas de tratamiento, se han señalado índices de no consolidación o pseudoartrosis que alcanzan el 17% [2]. La pseudoartrosis de las fracturas del húmero puede asociarse a limitaciones funcionales por acortamiento, desviaciones angulares, rigidez articular y atrofias musculares y su tratamiento constituye un reto debido a las condiciones previas de la cirugía y a las dificultades relacionadas a la operación, además del alto costo de su tratamiento [3]. No existe un consenso sobre el mejor método de tratamiento de las pseudoartrosis ya que el potencial de consolidación ósea está alterado por inestabilidad en los tipos hipertróficos o por inestabilidad y falta de estímulo biológico en los tipos atróficos y siempre precisan de algún tipo de intervención [4]. Hemos aplicado una técnica poco invasiva para tratar los defectos de consolidación en este tipo de fracturas para causar una lesión menor en los tejidos blandos, preservar la vascularización y rehabilitar inmediatamente el miembro operado.
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